Lo que estoy por contarles, sucedió luego de una de las fiestas.

Me tomé un par de cervezas y bajé solo a mi apartamento a descansar. La rutina normal: cambiarme para la cama, me lavaba la boca para dormir al rato. De pronto escuché que alguien golpeaba la puerta, a lo que atendí curioso con la voz, preguntando quién era sin recibir respuesta del otro lado. Pensé que a lo mejor había olvidado algo en la terraza, pero al no recibir respuesta decidí no abrir. Cuando me volví a acostar, de nuevo golpearon, a lo que tuve la misma reacción, pero fui ignorado de nuevo.

Volví a la cama y un tercer llamado a la puerta me hizo enfadar un poco, pues ya era de madrugada y tenía salir temprano al día siguiente. Esperé que volviera a suceder del otro lado de la puerta, para que inmediatamente golpearan, pudiera abrir y sorprender al fastidioso que estaba dañando mi noche. Así fue, golpearon e inmediatamente abrí, cosa de la cual me arrepiento. Fue instantáneo, abrí justo cuando sonó la puerta, pero no había nadie. No me explicaba cómo podía ser, hasta que vi una figura humana al final del pasillo, de pelo largo, probablemente hasta la cintura que contoneaba sus mechas y me miraba fijamente, como disfrutando mi temor, jugando conmigo el juego en el que no quise participar. Volví a llamar a seguridad, pasé la noche en vela. Prometieron revisar las cámaras, pero nada extraño se observó. Siguió la noche y cuando casi lograba conciliar el sueño, escuché golpes de la parte externa del edificio, sobre la ventana de mi cuarto. En este momento supe que era suficiente. Desde ahí me mudé a otro piso, pero los residentes del piso octavo saben de qué hablo. He escuchado varias personas a las cuáles les ha sucedido algo similar. 

*Los sucesos anteriormente narrados son ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ¿o no?*